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Mendoza
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Un mendocino visionario cuya pluma histórica marcó los cimientos de la identidad regional y nacional.
En el corazón de la historia cuyana late el nombre de Damián Hudson, un hombre multifacético que, con su pluma y su vida, tejió un relato esencial sobre los orígenes de Mendoza y Argentina. Nacido en 1808 en la ciudad de Mendoza, Hudson fue mucho más que un testigo de su tiempo: como historiador, periodista, político y abogado, dejó un legado que trasciende las fronteras provinciales para convertirse en una pieza clave de la memoria colectiva nacional. Su obra, Recuerdos históricos sobre la Provincia de Cuyo, es considerada el primer gran esfuerzo por narrar el pasado de esta región, un testimonio que aún resuena en las aulas, las bibliotecas y las calles que llevan su nombre.
Damián Hudson vino al mundo el 19 de septiembre de 1808 en una Mendoza todavía marcada por su herencia colonial. Hijo de Manuel de los Santos Hudson y Felisa Ferreira, y casado en San Juan el 27 de diciembre de 1832 con Paula de la Rosa, hija de Manuel de la Rosa y de Andrea de la Rosa, sanjuaninos.
Educado en el Colegio de la Santísima Trinidad, su juventud estuvo signada por el fervor revolucionario que sacudía al país tras la independencia. A los 20 años, abandonó sus estudios de jurisprudencia para sumarse al Ministerio de Gobierno provincial, donde destacó por su habilidad administrativa entre 1829 y 1830. Sin embargo, su espíritu inquieto lo llevó más allá de los despachos: en 1835 fundó la Sociedad Dramática Filarmónica, un reflejo de su interés por la cultura y el arte en una sociedad aún en formación.
La dictadura de Juan Manuel de Rosas lo empujó al exilio en Chile, En 1841 fue juzgado por "salvaje unitario" un capítulo que, lejos de silenciarlo, enriqueció su perspectiva.
Tras la caída de Rosas en 1852, Hudson regresó a Argentina con una misión clara: registrar y transmitir la historia de su tierra. Su vida tomó un nuevo rumbo en Buenos Aires, donde fundó el periódico El Nacional y colaboró con La Revista del Paraná, plataformas desde las cuales defendió sus ideas y narró los sucesos de su tiempo.
El 20 de marzo de 1861, un devastador terremoto arrasó Mendoza, dejando miles de víctimas y una ciudad en ruinas. Hudson, entonces radicado en Buenos Aires, no permaneció indiferente: integró una comisión para asistir a los damnificados y publicó El terremoto de Mendoza, un folleto que no solo documentó la tragedia, sino que también llamó a la solidaridad nacional. Este episodio reafirmó su vínculo con su provincia natal, un lazo que nunca se quebró a pesar de la distancia.
Su obra cumbre, Recuerdos históricos sobre la Provincia de Cuyo, comenzó a publicarse en entregas en la Revista de Buenos Aires entre 1863 y 1872, y se editó completa en 1898, tras su muerte. En ella, Hudson narra desde la Revolución de Mayo hasta la Batalla de Caseros, con un enfoque especial en las provincias cuyanas. Aunque no cumple con los estándares eruditos de la historiografía moderna, su valor radica en su carácter pionero y en su capacidad para capturar la esencia de una época convulsa. "Es la primera narración sistemática de nuestra historia regional", destaca la historiadora Beatriz Bragoni, quien impulsó su reedición en 2008.
Hudson no solo escribió historia; también la hizo. Electo diputado nacional por Mendoza en 1862, aportó su visión al debate político de la joven nación. En 1864, asumió como funcionario de la Aduana de Buenos Aires y, un año después, la Universidad de Buenos Aires lo reconoció como doctor en jurisprudencia tras defender su tesis sobre hipotecas. Entre 1866 y 1868, presidió la Legislatura porteña, y en 1868 fundó la Oficina de Estadística Nacional, dejando una monumental obra en siete volúmenes: Registro estadístico de la República Argentina (1865-1875).
En Mendoza, su influencia se siente en la calle que lleva su nombre y en el rescate de su obra por parte de instituciones como la Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo (EDIUNC). Su vida, que terminó en Buenos Aires en 1875, es un puente entre el pasado cuyano y el presente argentino, un recordatorio de cómo un hombre puede moldear la identidad de una región con palabras y acción.
