Desde fuera, puede resultar difícil entender por qué alguien no corta la relación. Sin embargo, cada circunstancia es única y es difícil escapar de ella por diversas razones.
El vínculo traumático, también conocido como “trauma bonding” en inglés, no es sólo una tendencia psicológica en boga; es una trampa emocional que mantiene a las personas atrapadas en relaciones abusivas. A través de ciclos de maltrato y afecto, el abusador crea una dependencia emocional difícil de romper.
“El vínculo traumático ocurre cuando el abusador manipula a la víctima alternando entre comportamientos abusivos y muestras de cariño. Este ciclo impredecible genera una confusión emocional que lleva a la víctima a confundir el abuso con amor”, señala Ruchi Ruuh, psicóloga de Delhi, India, con amplia experiencia en terapia de pareja e individual.
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Jessica Lamar, terapeuta y cofundadora del Bellevue Trauma Recovery Center en Washington, explica que este fenómeno puede darse en cualquier tipo de relación: familiares, amigos, colegas o parejas románticas. No obstante, es más común en relaciones de pareja debido al fuerte apego emocional.
El vínculo traumático afecta gravemente la salud mental. Lamar advierte que la manipulación emocional, el gaslighting (hacer dudar a la víctima de su realidad) y las constantes culpas pueden generar ansiedad, depresión, miedo, aislamiento o incluso trastorno de estrés postraumático.
Para detectar esta situación, es clave prestar atención a ciertas señales de alerta:
Ekta Khurana, psicóloga y terapeuta de Delhi, agrega que algunas víctimas son conscientes de la toxicidad, pero sienten que no pueden salir de la relación.
Khurana sugiere pasos concretos para liberarse de este ciclo destructivo:
El vínculo traumático no es una debilidad de carácter. Le puede ocurrir a cualquiera. Reconocer las señales y buscar ayuda es fundamental para recuperar el bienestar emocional y prevenir consecuencias graves.