Fruto de rivalidades y ambiciones, esta obra maestra de estilo Art Deco, se ha convertido en un ícono del paisaje urbano neoyorkino
A menudo se dice que la competencia puede ser una fuerza poderosa para la creatividad y la innovación. Esta idea se materializó de manera emblemática en el diseño de uno de los rascacielos más icónicos de Nueva York: la Torre Chrysler. Su creación, nacida de una feroz lucha entre dos arquitectos rivales, no solo cambió el horizonte de la ciudad, sino que también marcó un hito en la historia de la arquitectura mundial.
El Chrysler Building, con sus 77 pisos y 319 metros de altura, fue inaugurado en 1930 como el edificio más alto del mundo, una distinción que solo duraría 11 meses, cuando el Empire State Building lo superó. Sin embargo, el proceso de su construcción, impulsado por la rivalidad entre los arquitectos William van Alen y Harold Craig Severance, no solo dio como resultado una obra maestra de estilo Art Decó, sino que también dejó una marca indeleble en la historia de Nueva York.
La Torre Chrysler cuenta con 77 pisos y 319 metros de altura
La frase atribuida al diseñador italiano Gianni Versace, dicha en distintos medios de comunicación: -"Es bueno tener competencia. Te empuja a hacerlo mejor"- encapsula perfectamente el espíritu detrás de la creación del Chrysler Building. La rivalidad entre Van Alen y Severance no fue solo una cuestión de egos, sino también de creatividad, ambición y búsqueda de la perfección arquitectónica.
Según informes de la BBC, los dos arquitectos estaban dispuestos a todo para asegurarse de que sus respectivos proyectos se alzaran como el edificio más alto del mundo, y esta competencia fue la chispa que encendió la creación de uno de los rascacielos más bellos de Nueva York.
Hoy en día, el Chrysler Building es una de las estructuras más reconocidas del skyline neoyorquino
Hoy en día, el Chrysler Building es una de las estructuras más reconocidas del skyline neoyorquino. Su elegante diseño Art Decó, con su distintiva aguja y ornamentación inspirada en la industria automotriz, lo convierte en un símbolo de Nueva York y de la era dorada de los rascacielos de la ciudad.
Inaugurado en 1930, este edificio fue un emblema de la prosperidad de la ciudad durante la década de 1920, un período marcado por el auge económico y el dinamismo empresarial. A pesar de su breve reinado como el edificio más alto del mundo, el Chrysler se ha mantenido como una de las grandes joyas arquitectónicas de la ciudad, siendo incluso considerado monumento de la ciudad desde 1978.
Desde finales del siglo XIX, Nueva York se encontraba en plena transformación. El desarrollo de nuevas tecnologías, como el ascensor y el uso del acero en la construcción, permitió que los edificios alcanzaran nuevas alturas. A medida que la ciudad se expandía, también lo hacía su horizonte, y con él la competencia para erigir el rascacielos más alto del mundo. La década de 1920 fue especialmente fértil para estos proyectos, que respondían a un mercado inmobiliario en plena ebullición, impulsado por una economía que vivía su máximo esplendor.
William van Alen y Harold Craig Severance compartieron una carrera arquitectónica que comenzó de manera prometedora pero terminó en rivalidad. Van Alen, nacido en 1883, se unió a Severance en 1914 para formar una sociedad con la esperanza de crear grandes proyectos.
Fue inaugurado en 1930 como el edificio más alto del mundo, una distinción que solo duraría 11 meses, cuando el Empire State Building lo superó
Según la biografía publicada por el sitio web especializado en arquitectura Architectuul, Van Alen era el visionario del diseño, mientras que Severance se encargaba de la parte comercial, consiguiendo nuevos encargos gracias a sus dotes de negociador. Sin embargo, a medida que la sociedad progresaba, comenzaron a surgir tensiones. Van Alen disfrutaba del crédito por los proyectos más destacados, mientras que Severance sentía que su contribución quedaba en la sombra. La gota que colmó el vaso fue un artículo publicado en 1924 que exaltaba los méritos de Van Alen, omitiendo a Severance. Este fue el detonante para que los socios decidieran separar sus caminos y terminar su sociedad en los tribunales.
"Hubo tensiones entre ambos sobre quién era el responsable de su éxito", relataron los periodistas Greg Young y Tom Meyers en un episodio de su podcast "The Bowery Boys" dedicado al edificio Chrysler.
"Severance era bueno consiguiendo nuevos proyectos, porque era un hombre de negocios y muy social, mientras que Van Alen tenía habilidades para el diseño y una visión moderna", agregaron en el mismo podcast.