El cepo se inició en 2011. Y comenzó porque para entonces el Gobierno ya llevaba varios años emitiendo cada vez más pesos y generando cada vez más inflación.
El presidente Milei dijo el martes que su idea es levantar el cepo al dólar "??lo antes posible"? y recalentó las cabezas de este país acostumbrado a bailar al ritmo del dólar. En este momento nadie sabe bien cuándo podría suceder ni qué consecuencias podría tener.
Ante todo, repasemos. El cepo se inició en 2011. Y comenzó porque para entonces el Gobierno ya llevaba varios años emitiendo cada vez más pesos y generando cada vez más inflación. Y hacía bastante que había puesto al Banco Central a vender dólares baratos a precio oficial para contener la expectativa de inflación. Claro: pronto el Banco Central empezó a quedarse sin dólares. Demasiados pesos, pocos dólares.
Así que ese año, después de ganar su segunda presidencia, Cristina anunció el cepo. Consistió en ir poniendo cada vez más restricciones para que cada vez menos gente pudiera comprar cada vez menos dólares. Apareció el "blue" y los exportadores empezaron a tener cada vez menos incentivos para exportar y traer dólares. Las restricciones fueron cada vez más, hasta llegar a niveles extravagantes. Argentina se quedó sin dólares siquiera para importar insumos que necesita para producir otras cosas.
Es una anomalía que casi no existe en ningún otro lado. No se puede funcionar con cepo. ¿Por qué ahora de golpe muchos piensan que pueden levantarse todas esas restricciones? Primero, porque se redujo la brecha. Hoy el dólar oficial para alguien que quiere importar, con el impuesto País, está en casi mil pesos, apenas unos pesos debajo del "blue". Y la brecha entre el "blue" y el dólar que recibe un exportador está debajo del 20%.
Entonces en el mercado piensan: si los precios son más o menos parecidos es porque toda la demanda sumada del oficial y el "blue" es más o menos igual a toda la oferta sumada del dólar oficial y blue. Es una gran oportunidad para terminar las restricciones y liberar el precio del dólar, que de ahora en más sea el mercado el que determine tanto el precio del dólar como quién compra y quién vende. Sobre todo, dicen, porque como se viene la cosecha, va a haber oferta de dólares para equilibrar los muchos pesos que aún no se licuaron y siguen sobrando por ahí.
El tema es espinoso y tiene varios aspectos. Por ejemplo, hoy el tercer impuesto más importante es el impuesto País, que paga cualquiera que compra un dólar al Banco Central. Dejar de recaudar ese impuesto le haría un agujero al gobierno justo cuando el Gobierno trata de eliminar el déficit para no tener que seguir emitiendo pesos. Por eso sería tan importante que los gobernadores pongan la cara para reponer el Impuesto a las Ganancias.
Pero hay cuestiones aún más complejas. Por ejemplo, la Argentina ha quedado carísima en dólares y, a la vez, con salarios en dólares bajísimos. Los salarios en dólares son la mitad de lo que eran en 2018, pero su poder de compra es la mitad de la que tenían en 2018. Y eso es un problema para la actividad económica. La economía orientada a la exportación no tendría mucho estímulo porque acá es todo caro en dólares. Traer dólares de afuera o invertir los del colchón, tampoco porque está todo caro en dólares. Pero la economía orientada al mercado interno tampoco sería muy seductora porque el consumo está muy pobre.
Y ahí es donde no está clara tampoco la cosa: si esto no podría acentuar aún más la recesión. Estamos ante una paradoja: para crecer y desarrollarnos hay que terminar con el cepo, pero terminar con el cepo implica, al principio, un desafío para la actividad económica. Son los costos de reordenar una economía que fue completamente distorsionada durante dos décadas.