Según los expertos, el planeta Tierra está en riesgo por la basura espacial que circula a su alrededor. Esta sería generada por los humanos, y las consecuencias podrían ser catastróficas.
Cada vez, la humanidad sabe mucho más acerca de los misterios del universo y el espacio. Y es que la creciente tecnología de los últimos años ha permitido que cada vez haya más misiones espaciales y objetos que son lanzados más allá de la atmósfera para investigar su ciencia.
Sin embargo, todo este avance podría tener una consecuencia fatal, dicen los expertos.
Esto, porque los desechos espaciales de los humanos están aumentando. Y también se han comenzado a registrar algunos "accidentes", como un enorme fragmento de objeto espacial cayó desde el espacio contra una aldea remota en Kenia.
Según informó CNN, nuevos estudios están comenzando a sugerir que la actividad humana en el espacio puede traer problemas, como el aumento de los riesgos ambientales y hasta daños auditivos.
A esta acumulación de desechos espaciales, que comienzan a colisionar entre sí y crear aún más basura espacial, se le conoce como síndrome de Kessler. Y su desarrollo pondría entre las cuerdas a la humanidad.
El síndrome de Kessler es una teoría que propuso en la década de los 70 Donald J. Kessler, un consultor de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), que aborda las posibles consecuencias de la actividad humana en el espacio.
Básicamente, establece que el volumen de basura espacial en la órbita baja terrestre podría ser tan abundante que los objetos que se encuentran allí comenzarían a ser impactados de forma reiterada. Estos choques provocarían un "efecto dominó" que crearía mucha más basura espacial.
Pero, ¿a qué se refería el científico con 'basura espacial'?
Kessler apuntaba a los satélites actuales en órbita -que cada vez son más- y a los "viejos" satélites que se están acumulando. Todos ellos podrían comenzar a colisionar unos con otros, generando partículas de todavía más basura espacial.
Todo esto sucedería en la órbita baja del planeta Tierra, que es donde actualmente se encuentra la Estación Espacial Internacional y los cientos de miles de satélites que prestan servicios al mundo.