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A un año de la muerte de Matthew Perry, quiénes podrían ir a juicio

La investigación de la causa reveló una trama de adicción y manipulación que involucra inclusive a personas cercanas al actor.

Lunes, 28 de Octubre de 2024
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Se cumple un año del fallecimiento de Matthew Perry, que ocurrió el 28 de octubre de 2023, durante el fin de semana previo a Halloween. El actor fue encontrado ahogado en el jacuzzi de su mansión y las primeras pericias arrojaron que se encontraba bajo los efectos de ketamina al momento de la muerte.

La investigación ha sido lenta; los detalles, desvelados con cuentagotas. De ahí que las pesquisas hayan tardado meses en conocerse, hasta agosto, cuando hubo cinco detenidos: nada menos que su asistente desde hacía 25 años, Kenneth Iwamasa; dos médicos, Salvador Plasencia y Mark Chávez; la llamada "reina de la ketamina", Jasveen Sangha; y un intermediario entre el actor y su suministradora, llamado Erik Fleming.

"Me pregunto cuánto más pagará este imbécil", le escribió en un mensaje, borrado tras la muerte de Perry, el doctor Plasencia al doctor Chávez en septiembre de 2023. "Vamos a averiguarlo", retaba. Los médicos y la traficante Sangha le vendían viales de ketamina que costaban apenas 12 dólares por más de 2.000.

En alguna ocasión, Plasencia acudió a la mansión de cinco millones de dólares de Perry para administrarle la droga; otra, se la dejaba a gente sin experiencia. En los registros consta que el 12 de octubre de 2023 le dio "una gran dosis" que le causó un pico de tensión sanguínea y que se quedara del todo paralizado. "Como médicos, Plasencia y Chávez violaron sus juramentos acerca de cuidar a sus pacientes. Causaron mucho daño solo para hacer dinero", dijo en agosto la directora de la DEA.

Las declaraciones de los acusados en el juicio

Pero generalmente era Iwamasa, un asistente sin conocimientos médicos, quien le suministraba la sustancia al actor. El día que murió, confesó, le inyectó ketamina hasta en tres ocasiones, y contó que lo llegaba a hacer hasta seis u ocho veces al día.

Ese fatídico 28 de octubre lo hizo a las 8.30 y después a las 12.45, mientras Perry veía una película. Solo 40 minutos después le pidió prepararle el jacuzzi y "ponerle otra de las grandes", en referencia a las inyecciones de ketamina, como se leía en su declaración de culpabilidad ante el juez. Sería la última dosis.

En su declaración durante el juicio, Mark Chávez reconoció haber obtenido ketamina de su antigua clínica y de un distribuidor mayorista a través de recetas fraudulentas. Los fiscales del caso revelaron que el asistente de Perry, Kenneth Iwamasa, colaboró con los dos médicos, Chávez y Plasencia, para suministrar más de 50.000 dólares en ketamina al actor en las semanas previas a su muerte. Al colaborar, su sentencia se redujo.

Quienes se han declarado no culpables son los dos acusados con mayor responsabilidad y que mayores penas enfrentan. Sangha, de 41 años, gestionaba un gran almacén de ketamina y de metanfetaminas en North Hollywood, gracias al que se enriquecía; sus redes sociales han mostrado cómo llevaba una vida de lujosos viajes, jets privados y restaurantes caros en México y Japón (un viaje que realizó apenas 10 días después de la muerte de Perry). Ella enfrenta nueve cargos que le supondrían entre una década de prisión y cadena perpetua.

El tiempo (y los tabloides norteamericanos) han ido desgranando tristes datos de cómo todos ellos manejaban a Perry como a una marioneta, sometiéndolo gracias a la droga, a la que solo fue adicto durante apenas un mes.

Cómo era la vida de Matthew Perry antes de su muerte

El actor había contado justo un año antes en sus descarnadas memorias que, pese la fama y el dinero, la suya no había sido una vida fácil, y que las adicciones se habían cebado con él hasta el punto de hacerle perder millones y rozar la muerte. Sin embargo, aquello parecía ser parte del pasado.

Su muerte fue sorpresiva porque lo peor parecía ya haber pasado. Perry vivía en la tranquila y cara localidad californiana de Pacific Palisades, frente al mar, y, aunque sin proyectos profesionales en el horizonte, se lo veía tranquilo, en fiestas y eventos o haciendo compras por Los Ángeles. Una vida casi de jubilado, algo que tras años de estrés y sobresaltos de salud no le iba mal. Pero aquel día en el que su asistente lo encontró ahogado en su jacuzzi lo cambió todo.

La extrema lucha de Matthew Perry con las adicciones

La adicción de Perry, rápida y extrema, lo mató en poco más de un mes. Él ya había tomado ketamina durante la pandemia, cuando pasó una época rehabilitándose en Suiza, junto al lago Lemán, porque lo ayudaba a lidiar con el dolor y la depresión que sentía.

En ese tiempo lo hacía de manera controlada y con infusiones de una hora de duración, como contaba en su biografía Amigos, amantes y aquello tan terrible, a finales de 2022: "A menudo pensaba que me estaba muriendo durante esa hora. Pensaba: 'Oh, esto es lo que pasa cuando te mueres'. Sin embargo, me apuntaba continuamente a esta mierda porque era diferente y cualquier cosa diferente es buena... Tomar K es como ser golpeado en la cabeza con una pala gigante y feliz. Pero la resaca era dura y superaba a la pala. La ketamina no era para mí".