El transporte eléctrico llegó a la provincia hace 110 años. Uno de los coches destacados de origen soviético que ha dejado huella en esta bella ciudad que crece al pie de la cordillera de los Andes es, sin duda alguna, el ZiU-9. Se trata de un trolebús que cruzó el océano para servir estoicamente durante 25 años.
El 16 de octubre de 1913 se inauguró en Mendoza el primer servicio de trolebuses de Sudamérica. Las primeras unidades eran de origen alemán y japonés. En 1981 comienzan las negociaciones con la URSS que se vieron interrumpidas por el conflicto de Malvinas.
En 1983 se retoma el contacto y viaja la primera comitiva argentina a Engelsgrado; ciudad donde se encontraba la fábrica del ZiU, modelo que supera los 40.000 unidades, convirtiéndose en el más numeroso del mundo hasta la actualidad.

Los troles se intercambiaron por vino y mosto elaborado por la antigua bodega estatal Giol (actual Fecovita). El pedido inicial era de 34 unidades pero lo concreto es que a Mendoza arribaron 17.
Estos troles brindaron servicio entre 1984 y 2009. La máquina era innovadora en aquel entonces porque tenía dirección hidráulica, suspensión suave y una calefacción muy ponderada por los usuarios sobre todo en invierno.
“Se decía que quien lograse conducir un ZiU, manejaría cualquier trole” aseguraban los choferes.
“El sistema de calefacción no se podía regular y era como un secador de cabello gigante”, destaca Jorge Luis Guevara, un antiguo conductor, que gracias a su pasión y dedicación, actualmente se encuentra a cargo del armado del museo de transporte que se inaugurará en 2013.

“Los rusos (así los llaman en Mendoza) poseían tres puertas, una adelante, otra al medio y la última ubicada atrás. Tenían una capacidad de 126 pasajeros, de los cuales 28 ó 30 (según la distribución de los asientos) viajaban sentados. Su esquema de colores era igual al último de los japoneses.
Luego fueron pintados en blanco con una franja verde en la parte inferior. Algunos de ellos circularon con pinturas del ecuatoriano Guayasamin, otros con motivos de 54? aniversario de la Universidad Nacional de Cuyo, otros con diseños de la restauración de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario. Su último esquema fue el color azul con puertas en beige”, escribe Losada.
Indudablemente el coche soviético hizo notar de inmediato sus particularidades. Es sabido que los rusos son personas de contextura física grande, indudablemente mayor al de los argentinos, por eso quienes viajaron a bordo del ZiU se preguntaban por qué los asientos de los pasajeros eran tan acotados.
Su excesivo consumo de energía, la ubicación de sus pedales, la complejidad de su tecnología al momento del mantenimiento y el cruce de los chasis (desfasaje entre trompa y cola que se acentuó con el tiempo y que llegó a tener cerca de 60 cm) son algunas de sus características más notorias.
No obstante, los mecánicos mendocinos y los mismos conductores, encontraron la forma de prolongar su vida útil con gran éxito.
El inconveniente más grande que tuvo la empresa mendocina fue, sin duda alguna, la complejidad de su mantenimiento. A comparación del Toshiba japonés, por ejemplo, que era fácil, económico y noble, el ruso tenía componentes eléctricos distribuidos en muchos lugares diferentes.
Fuente Russian Beyond