La defensa pide el sobreseimiento definitivo.
Esta semana se conoció, a través de una serie de peritajes psicológicos y psiquiátricos, que los imputados no presentan trastornos ni patologías vinculadas a lo sexual, lo que favorece su situación ante la fiscalía.
El caso de los rugbiers franceses estalló el domingo 7 de julio por la noche.
Veinticuatro horas después de que Jégou y Auradou participaran en el amistoso entre la Selección de Francia y Los Pumas en el estadio Malvinas Argentinas, una mujer de 39 años de Mendoza se presentó en la Unidad Fiscal de Delitos Sexuales para denunciar que ambos la habían violado y golpeado. Según su relato, a uno de ellos lo había conocido en el boliche Wabi.
La denunciante acudió acompañada de la abogada Natacha Romano. Mientras tanto, los deportistas ya se encontraban en Buenos Aires, listos para partir con la delegación a Uruguay.
La gravedad de la denuncia, sumada al hecho de que los rugbiers estaban a punto de salir del país, llevó al fiscal Nora a solicitar su captura nacional e internacional.
Jégou y Auradou fueron detenidos el lunes 8 en un hotel de la Avenida del Libertador, en pleno centro de Buenos Aires. Posteriormente, fueron alojados en dependencias de la Policía Federal Argentina y trasladados a Mendoza el jueves 11 por la noche.
Fueron recluidos en la Estación Transitoria del Polo Judicial hasta que, el 17 de julio, la Fiscalía les otorgó el beneficio de prisión domiciliaria, a pedido de sus abogados.
Vivieron con tobilleras electrónicas en un departamento en la calle Martínez de Rozas hasta la tarde del 12 de agosto, cuando fueron liberados, aunque aún bajo proceso, debido a la falta de pruebas suficientes para mantenerlos en prisión.
El Procurador Penal Adjunto, Gonzalo Nazar, respaldó la decisión del fiscal Nora y de la fiscal jefa, Daniela Chaler, de concederles la libertad, con la condición de que no salieran del país. Según explicaron, el relato de la denunciante se fue debilitando con el avance de la investigación y la incorporación de pruebas, hasta que se detectaron inconsistencias y contradicciones.
Un punto de quiebre en la investigación fueron los mensajes de audio de WhatsApp entre la denunciante y una amiga, que salieron a la luz durante sus declaraciones. Ni el tono ni el contenido de esos mensajes revelaban indicios del delito denunciado.