Por Débora Wolosky
En un contexto de creciente automatización y de incorporación de tecnología en el mundo del trabajo, las habilidades interpersonales se han vuelto un factor diferenciador clave.
La empatía, el liderazgo positivo y la creatividad puestas en acción en el ámbito laboral transforman no solo la calidad de las interacciones, sino también el impacto final de los resultados.
Está comprobado que estas competencias son determinantes en el desempeño humano, y que contribuyen significativamente a la productividad y al bienestar organizacional.
Son, sin lugar a dudas, la pieza fundamental para el éxito en roles que requieren adaptabilidad, flexibilidad y habilidades para resolver desafíos complejos, aspectos que ninguna tecnología puede reemplazar en su totalidad.
La comunicación efectiva, la influencia positiva, el trabajo en equipo, las habilidades de negociación, el saber gestionar el tiempo, son grandes capacidades que, en el lenguaje de los recursos humanos, son conocidades como habilidades blandas (soft skills), en contraposición con los saberes técnicos y más duros (hard skills).
En este caso, la adopción del término en inglés no hizo justicia a la gran relevancia que las habilidades interpersonales tienen en las organizaciones. De hecho, ya desde hace tiempo se elige nombrarlas como power skills.
Un cambio de nombre nada menor, ya que reivindica el potencial que tiene la inteligencia emocional, para permitir a los líderes y a sus equipos crear entornos de trabajo no solo más armoniosos e inclusivos, sino también más productivos.
Se trata, además, de habilidades transversales, aplicables en diversas áreas,y no solo en una tarea específica, que facilitan la interacción y la buena convivencia, en un contexto volátil y en rápida transformación.
Está comprobado que cada vez más, las personas buscan formar parte de entornos de trabajo en el que se sientan valoradas y comprendidas. Por tanto, el abordar el desarrollo de las habilidades de empoderamiento es una tarea que las organizaciones no pueden minimizar. Son clave para generar un clima de bienestar y retener talentos.
Además, un enfoque centrado en la promoción de habilidades interpersonales resulta fundamental para generar sentido de pertenencia.
Para eso necesitamos organizaciones que estén abiertas al diálogo, a la reflexión, y a la posibilidad de dejar atrás estructuras y hábitos que responden a viejos paradigmas .
En este sentido, también es importante introducir aquí el concepto de seguridad psicológica en el entorno laboral, un aspecto clave para promover el respeto mutuo y la convivencia en la diversidad.
Está comprobado que en un ambiente, en el que los equipos de trabajo se sienten seguros para expresar sus ideas y preocupaciones, sin temor a represalias o humillaciones, florece la creatividad, la colaboración y el desarrollo personal.
Un entorno laboral seguro psicológicamente es inclusivo y valora la diversidad de pensamientos, experiencias y personalidades, y ayuda a potenciar las habilidades de comunicación y empatía.
Esto lo saben y lo comprueban aquellas organizaciones que trabajan haciendo foco real en las personas, y que lo demuestran, a diario, a través de la implementación de prácticas y programas que incluyen el bienestar, el desarrollo personal y profesional, y la satisfacción de sus colaboradores.
Las organizaciones que profundicen en este camino estarán mejor preparadas para afrontar los desafíos que la tecnología por sí sola no puede resolver.