Con el uso masivo de plataformas como Instagram, TikTok y Facebook, los adolescentes están más conectados que nunca, pero al mismo tiempo, más vulnerables a las comparaciones y la búsqueda de la perfección en línea.
La presión social digital afecta la manera en la que los jóvenes ven su propio valor y autoestima, con consecuencias que pueden llevar a problemas graves de salud mental. La clave está en cómo se utilizan estas herramientas y en el rol que juegan la familia y el entorno en ayudar a gestionarlas.
El uso inadecuado y excesivo de las redes sociales ha demostrado estar vinculado a un aumento en los niveles de ansiedad y depresión, según un informe de Harvard Medical School. Los jóvenes tienden a compararse con las imágenes idealizadas y editadas de otros usuarios, lo que puede generar sentimientos de inferioridad, insuficiencia o frustración.
Las redes sociales presentan un entorno donde se celebra la perfección. Ya sea mediante filtros de belleza o imágenes retocadas, los usuarios se ven tentados a mostrar solo lo mejor de sus vidas. Este fenómeno ha sido llamado la "cultura de la perfección", y es particularmente perjudicial para los adolescentes, quienes aún están formando su identidad.
Los efectos de esta presión no solo se ven en la autoestima, sino también en la manera en que los jóvenes interactúan socialmente. Las comparaciones constantes pueden causar:
Un estudio realizado por la Royal Society for Public Health (RSPH) en Reino Unido destacó que Instagram es la plataforma con mayor impacto negativo en la salud mental, contribuyendo significativamente a la depresión y la ansiedad en los jóvenes. "Las imágenes editadas y los filtros crean un estándar inalcanzable de belleza y éxito", explica el informe.
Es crucial que los padres y cuidadores comprendan el impacto que las redes sociales pueden tener en sus hijos y les brinden herramientas para lidiar con la presión social digital de manera saludable. El ejemplo de los adultos es fundamental para que los niños comprendan la importancia de la desconexión digital. Si los padres están constantemente con el teléfono en la mano, los hijos seguirán su ejemplo. Aquí, tres estrategias que pueden ayudar:
Según Common Sense Media, una ONG dedicada al impacto de la tecnología en los jóvenes, es vital que los adolescentes comprendan cómo las redes sociales están diseñadas para captar su atención y fomentar una percepción distorsionada de la realidad.
Un aspecto interesante es que, aunque las redes sociales pueden tener un impacto negativo en la salud mental, también pueden ser una herramienta útil para conectar a los jóvenes con recursos de apoyo. Muchos adolescentes recurren a las redes para encontrar consuelo o compartir sus propias experiencias de salud mental, formando comunidades que les ayudan a sobrellevar sus problemas.
Leé también: Nehuén llegó a estar 3 días sin dormir por su adicción al celular y hace 5 años que está en tratamiento
Sin embargo, es necesario educar sobre el uso adecuado de estas plataformas y fomentar un balance entre la vida digital y las interacciones en el mundo real. Como señala la American Psychological Association, el objetivo no es prohibir el uso de las redes, sino enseñar a los jóvenes a ser usuarios críticos y conscientes de los contenidos que consumen.
Sin embargo, es esencial que los jóvenes reciban orientación sobre el uso saludable de estas plataformas, para que puedan beneficiarse de ellas sin caer en comparaciones perjudiciales o en patrones de conducta adictivos. En este sentido, la educación y el diálogo abierto sobre la salud mental pueden facilitar un entorno más positivo y enriquecedor tanto en línea como fuera de ella.